El buceo con tubo tiene algo mágico que hace aflorar el explorador que todos llevamos dentro. No hace falta ser un nadador profesional (pero sí tener unas nociones mínimas de natación y sentirse cómodo en el agua) ni disponer de un equipo sofisticado para disfrutarlo, lo que lo hace accesible a casi todo el mundo, desde niños a adultos.
Es como formar parte de un mundo submarino, donde se puede flotar sobre coloridos arrecifes de coral y nadar entre peces, tortugas y, a veces, incluso rayas.
¿Y lo mejor? No hace falta bucear a gran profundidad para ver una vida marina asombrosa: todo está bajo la superficie. Recuerdo haber buceado en México en un arrecife rodeado de bancos de peces y tortugas de vivos colores.
Si viaja con niños, bucear con tubo es una actividad divertida y educativa que recordarán siempre. Podrán ver peces de cerca, explorar el agua e incluso avistar una o dos tortugas marinas. En cuanto a cuándo ir, le recomendamos desde finales de primavera hasta principios de otoño. Es cuando el agua está más clara y templada, lo que facilita la observación de la vida marina. Además, es muy refrescante estar en el agua cuando hace calor. Es la actividad perfecta tanto para aventureros como para quienes buscan relajarse y conectar con la naturaleza.
